La rumiación: “no soy capaz de salir del bucle” “me paso el día pensando en todo lo que puede pasar”

Es posible que te suenen familiares algunas expresiones como “es que entro en bucle y no puedo parar” o “me estoy comiendo la cabeza” o “menuda rayada”, 

Y seguro que alguna más.

A veces nuestro cerebro se vuelve un verdadero incordio, especialmente por las noches, cuando estás agotado de todo el día, te acuestas, apagas la luz, cierras los ojos y.... “¡sorpresa! Soy tu cerebro y te traigo esta preocupación que habías evitado durante todo el día, ¿qué te parece si analizamos cada situación que has vivido hoy?”. Yo, al menos, me lo imagino así y estoy segura de que te puedes sentir familiarizado con esto que te cuento.

Bueno, pues es normal. Tu cerebro está buscando la manera de avisarte de que algo necesita tu atención y que hay que hacer algo al respecto. Sin embargo, probablemente lo hayas experimentado como una sensación desagradable. Darle mil vueltas a la cabeza a algo que te preocupa, sin llegar a una solución, puede agotarnos y causar mucho sufrimiento.

Muchas veces, lo que queremos es tratar de controlar estos pensamientos y dejar de pensar.

Desde mi experiencia te diré que eso de dejar de pensar… ¡es muy difícil! (por no decir imposible). Quizás algún profesional muy curtido en la meditación sea capaz de poner la mente en blanco. Pero yo creo que para el resto de personas, cuando tratamos de poner la mente en blanco lo que conseguimos es frustración por no lograrlo.

Pero entonces, ¿qué podemos hacer?

Primero, tenemos que entender para qué “nos rayamos”. Es decir, determinar qué función está cumpliendo y qué necesitamos hacer al respecto. A lo mejor se le puede hasta sacar partido.

1. ¿Para qué sirve la rumiación?

La rumiación (o este bucle de pensamientos) no deja de ser una manera que tenemos de tratar de evitar el malestar.

Es decir, hay un evento que nos genera preocupación y nuestro sistema, a veces de manera automática, pone en marcha los recursos que cree que nos van a venir bien para quitar esa preocupación (y, por tanto, el malestar).

En este caso, lo que pone en marcha son los pensamientos que, lo creas o no, tienen la función de generarte alivio. Lo que está pasando, es que tu sistema está tratando de decirte que hagas algo (que pases a la acción), revisando todo ese sinfín de situaciones posibles con las que te puedes encontrar y analizando cada posible resultado.

(Antes de enfadarte con tu cerebro, recuerda que te está tratando de ayudar haciendo lo que mejor sabe hacer: resolver problemas).

2. ¿Qué podemos hacer cuando entramos en bucle?

Pues dependerá. Y cada uno tenemos que encontrar las estrategias que mejor nos ayuden en función de la situación.

Habrá situaciones que se merecen tu preocupación. Es normal que si, por ejemplo, estás mal en el trabajo, o has tenido una discusión con un amigo, o estás iniciando un proyecto personal, etc... Se ponga en marcha este mecanismo para que busques una manera de resolver la situación (por ejemplo, cambiar de trabajo, pedirle perdón a tu amigo, pensar en los pasos a seguir para iniciar ese proyecto, etc).

De hecho, es probable que hasta que no pases a la acción, tu cerebro te lo siga recordando.

Pero, la rumia se suele experimentar como un enganche a bucles infinitos donde nos culpamos, nos hablamos mal, nos recordamos constantemente lo mal que va todo... Y, parece que más que alivio y soluciones, lo que encontramos es un método perfecto para seguir torturándonos, un lugar donde sentirnos frustradas, tristes, atacadas...

Aquí, quizás la cosa parece más compleja, ¿no? Pero, la solución también se centra en ocuparse. Ocuparse del dolor, del sufrimiento que estás sintiendo, y encontrar la manera de reconectar con tu vida, de flexibilizar tus pensamientos, de aprender que hay otras formas de encontrar alivio al malestar, y de aprender a tratarte de una manera más amable. Entre algunas de las propuestas.

Y, si en algún momento sientes que tus pensamientos están tomando el control de tu vida, o no sabes cómo salir del bucle, quizás sea otra buena idea pedir ayuda. En terapia trabajaremos en buscar qué recursos son los que tú necesitas para desengancharte de tu mente (y reconectar con tu vida).

Anterior
Anterior

¿Necesito ir al psicólogo?