Autoexigencia: cuando los “debería” ya no son suficiente

¿Qué suena en tu cabeza cuando empiezas el día? ¿Cómo afrontas las tareas que te propones? ¿Qué te dices cuando terminas un proyecto? ¿Cómo te presentas ante los demás? ¿Cómo te sientes con tu manera de estar en el presente?

Hablemos sobre los “debería...” y cómo pueden estar afectando a tu modo de vida.

Podríamos hablar de la autoexigencia como una característica que tenemos las personas que nos hace pasar a la acción si queremos conseguir algo. Por ejemplo, queremos aprobar un examen importante así que tendremos que exigirnos estudiar y ser constantes. Por tanto, entendemos que la autoexigencia cumple una función adaptativa para nosotros: nos ayuda a superarnos, a ponernos retos, a mejorar y crecer.... y en la sociedad en la que vivimos, es una característica muy reforzada.

Sin embargo, la autoexigencia puede convertirse en una gran compañera de la culpa y de la frustración. A veces despuntando problemas de ansiedad o del estado de ánimo.

Listas interminables de tareas, dificultad para dejar de hacer cosas “productivas”, sensación de no llegar a todo o de que nunca es suficiente, pensamientos frecuentes sobre los “debería (ser/hacer/sentir)”, mensajes críticos contigo mismo/a...

Si te sientes familiarizado/a con alguno de estos enunciados, quizás estés viviendo tu vida con un nivel de exigencia excesiva, que suele estar ligada a la inseguridad por querer hacerlo todo perfecto.

Puede que tu autoexigencia te haya ayudado en muchos momentos de tu vida a conseguir objetivos y forme parte de cómo te defines y de cómo te ven los demás. Pero, puede que no te hayas dado cuenta y hayas seguido aplicando esta exigencia en situaciones en las que ya no te hacen bien.

¡STOP!

Quizás haya que hacer una pausa para observar la imagen de tu vida y hacer balance.

¿Cuáles son los objetivos que te estás proponiendo?

¿Cuáles son tus “debería”? ¿Los necesitas de verdad?

¿Qué costes tiene en tu salud la manera en la que los estás abordando?

¿Merece la pena?

La mayoría de mensajes que recibimos del exterior, de los medios de comunicación, de nuestros referentes, etc., alimentan esta creencia de que nunca es suficiente, de que tenemos que optar siempre al 10, a la matrícula de honor, a la excelencia... ya sea en lo académico, en lo profesional, o incluso en temas como mi imagen física, cómo me visto... Parece que toda nuestra vida está sujeta a la constante evaluación. Y, al final, de vivir tan expuestos/as a estos mensajes, los acabo integrando como propios.

Mensajes como “si quieres puedes” vienen a hacernos creer que, si nos esforzamos lo suficiente, conseguiremos cualquier cosa. Nada más lejos. No olvidemos que hay muchas variables que pueden influir en el resultado y que no podemos controlar. Así que no. Si quieres y te esfuerzas, tendrás la oportunidad de...; pero eso no te garantiza el resultado.

Desde aquí, te animo a que revises cuáles son las creencias que resuenan en tu cabeza, con cuáles te identificas más, y que te atrevas a cuestionarlas y a romper el bucle. Demuéstrate que vales más que tus “debería”. Y recuerda que tu vida no es ningún examen.  

Y, si necesitas ampliar información sobre este tema o sientes que necesitas ayuda para identificar y abordar el problema, no dudes en ponerte en contacto con nosotras.

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